Estábamos llegando muy temprano en peregrinación a Lourdes en el sur de Francia, ahí en pleno diciembre mi mamá y yo, solos en las calle empinadas y hechas de piedras de un pueblo abandonado y cerrado por la temporada, un frio húmedo y con viento que pegaba en la cara, nos hizo más de una vez detenernos. Después de realizar el recorrido entre la estación de tren y el legamos a la famosa chocolatería Paihasson que se encuentra frente al Santuario de Nuestra señora de Lourdes.
Bebimos café recién molido, mi mamá hizo conversación con la mujer que nos atendía y mi mamá muy emocionada por estar ahí, le dijo que ella se llamaba Lourdes y entonces la propietaria de la chocolatería le regalo una deliciosa taza de café, un croissant y un chocolate sólo por llamarse Lourdes, después probamos un pan de chocolate y unos puerquitos de pasta de almendra.